GRADO OCTAVO
A continuación algunos datos que nos van servir en el análisis de "CÓNDORES NO ENTIERRAN TODOS LOS DÍAS"
Álvarez Gardeazábal: literatura y política
Por: Gustavo Páez Escobar
El crítico norteamericano Jonathan Tittler, experto en literatura hispanoamericana y profundo conocedor de la cultura colombiana, gastó 26 años investigando la obra de Gustavo Álvarez Gardeazábal. Como resultado de ese escrutinio, publicó el ensayo titulado El verbo y el mando (Colección CantaRana, Tuluá), donde realiza un detenido análisis de los libros y la vida del novelista, con la siguiente conclusión: mediante el uso de la palabra, Álvarez Gardeazábal obtuvo, como se proponía, el peso político que llegó a tener.
En el estudio que realiza Tittler de las doce novelas del autor, aparece un cotejo entre los temas descritos en estos libros y los hechos sociales que ocurrían en el Valle del Cauca y sobre todo en Tuluá, patria chica del novelista y escenario detenebrosa época de terror. La ficción, en este caso, es fiel copia de la realidad: en varios episodios figuran incluso nombres propios de personajes de la comarca, y otros simulados son de fácil identificación.
La novela más representativa de Álvarez Gardeazábal, Cóndores no entierran todos los días (1971), está calificada como uno de los enfoques mejor logrados sobre la violencia que vivió el país en los años 50 del siglo pasado. Acción que en Tuluá estuvo dirigida por León María Lozano, jefe de los ‘pájaros’, apelativo que recibieron los matones políticos de aquellos días y con el que pasaron a la nefasta historia nacional. Este testimonio histórico, plasmado en breve novela de escalofriante dramatismo, consagró al autor como agudo intérprete de la realidad.
Toda su obra es de denuncia y está manejada por la insatisfacción y la rebeldía que nacieron en el escritor por el contacto con la barbarie reinante en su tierra nativa. Desde joven presenció la descomposición social provocada por políticos y hordas criminales que, tanto en Tuluá como en el resto del país, produjeron el flagelo del terrorismo, la tiranía y el menosprecio de la dignidad humana. Como escritor contestatario y dueño de un estilo descarnado y mordaz, que hería a sus enemigos y dejaba hondas cicatrices, sus libros y artículos de prensa se enfocaron a combatir a los gamonales y denunciar los abusos de poder y las corruptelas públicas.
Con el éxito de sus novelas, que tuvieron alta repercusión en los años 70 con seis títulos publicados en esa década, crecía su vocación por la política. Dicho ideal, según lo expone Tittler (a quien hay que creerle), lo llevaba latente desde la juventud. El ejercicio vigoroso de la palabra le permitía trabajar su liderazgo regional. Era un político nato que, apoyado por sus actos y escritos polémicos, robustecía su imagen pública y de paso se convertía en historiador.
En las décadas del 70 y del 80 su fama literaria logró las mejores notas de su carrera. Ayudado por esa condición y por su ejercicio como catedrático universitario, conferencista y periodista pugnaz, labores en que predominaba el ánimo combativo demostrado desde los primeros años, puso en marcha la conquista del poder. Fue concejal de Tuluá y de Cali, diputado a la Asamblea del Valle, primer alcalde por elección popular de su ciudad nativa en 1988 y reelegido en 1992.
Más tarde es elegido gobernador del Valle con 780.000 sufragios, la votación más elevada en toda la historia de Colombia. Le quedó faltando la Presidencia de la República. Al abordar en forma progresiva y fulgurante las citadas posiciones, deberes que asumió con ardentía –y con eficiencia en muchos casos–, reafirmaba su estirpe política. Conquistado el poder, vino un receso forzoso en su producción literaria y más tarde un declive en la calidad de su obra, que ha tratado de enmendar.
Este itinerario de éxitos vino a frustrarse con su vinculación al proceso 8.000, hecho que lo llevó a prisión y le hizo perder la posibilidad de volver a postularse para cargos de elección popular. En otras palabras –¡vaya ironía!–, perdió el poder por el cual había luchado con tanto arrojo e indudable voluntad de servicio a la comunidad. El rigor con que fue condenado por la venta de una estatuilla negociada en siete millones de pesos, que le fue pagada con dineros provenientes del cartel de Cali (hecho ocurrido dos años antes de ponerse en marcha el proceso 8.000), lo sacó de escena y representó el triunfo para sus detractores y sus émulos políticos, quienes de esa manera vieron despejado el camino para la lucha por la Presidencia.
Con este capítulo de la picaresca política se pone en evidencia uno de los dramas más amargos del servicio público. Pocos colombianos, como Álvarez Gardeazábal, han tenido que sufrir un revés tan apabullante e injusto, que significó para él la inhabilitación vitalicia de su nombre para las contiendas electorales. Dice Tittler que en el mundo entero no existe una pena similar. Comentario que entraña dura crítica a muchas de nuestras enrevesadas leyes que, manejadas a veces de afán y con pasión política (vicio muy colombiano), estropean la democracia e inmolan víctimas propicias que se exhiben ante el país entero, aparentando así la aplicación de castigos ejemplares.
El Espectador, Bogotá, 17 de febrero de 2006.
El Nuevo Día, Ibagué, 12 de marzo de 2006.
El Nuevo Día, Ibagué, 12 de marzo de 2006.
un persona atrevida capaz vulnerable que no le importaba lo que digan simplemente lo dice y no se detiene a medir las consecuencias, su vejez no le impide seguir escribiendo aunque tiene la teoria de que no es lo mismo escribir a los 68 que a los 24 (condores no entirran todos los dias)un metodico a los 70 (el resucitado). ha sido alcalde,concejal, diputado y muchas cosas mas ha vivido mucho y muyintensamente y desde muy temprana edad y declara que aun no tiene ganas de parar. un vallecaucano de corazon de esos que ya no hay el mismo dice que aqui nacio y que aqui morira.-selene castro- 10-3
ResponderEliminarMe gustó el artículo, muy buena información. Útil!!
ResponderEliminar- Daniel Vásquez